SAN JUAN - ARGENTINA

Los códigos de honor, solidaridad, respeto, compañerismo y tolerancia del rugby lo encantaron. Sostuvo la guinda entre sus manos, corrió y el aire que golpeó su cara mientras esquivaba rivales, con los que luego compartiría terceros tiempos inolvidables, dieron el espaldarazo final para concretar una historia de amor que hasta hoy continúa.

 

Se puede decir que Guillermo Quevedo es un enamorado, un loco por el rugby y, pese a la incredulidad, fue capaz de transformar locura en razón, por lo queese deporte se volvió la razón de su vida. Fue jugador, entrenador, preparador físico y dirigente; y tras 50 años de actividad mantiene su pasión vigente.

 

Si bien de anónimo tiene poco, el protagonista de la sección es un héroe para su práctica. Actual presidente de la Unión Sanjuanina de Rugby -en su tercer mandato- brindó su vida al crecimiento y al desarrollo del juego de la guida y el reconocimiento llegó. En 2013 ocupó la vicepresidencia primera de la UAR, marcando un hito en la historia del rugby sanjuanino.

 

Con vasta experiencia de liderazgo dentro de las canchas, primero como capitán y luego como director técnico, quien jugara durante ochos años en la Selección Santafesina y entrenara a dos equipos españoles asegura que la práctica que lo enamoró creció vertiginosamente en el último tiempo. “El rugby creció un trescientos por ciento, pero necesitamos fortalecer la estructuras organizativas para responder a la demanda masiva y enfocarnos en las inferiores”, explica.

 

Abocado a la evolución de la práctica, el dirigente que fue director de Deportes de la provincia cuenta que los esfuerzos de la federación que comanda están destinados a formar personas de bien por sobre deportistas de elite, por lo que afirma: “Nuestro objetivo es instituir hombres de bien que, si además son Pumas, mejor”.

 

Padre de dos hijos, Gonzalo y Pilar, dedicó su vida al juego dela ovalada y,satisfecho y agradecido, expresa: “Me siento un millonario en afectos y en experiencias por obra del rugby y todo gracias a la comprensión de mi familia que siempre me bancólas locuras”.

 

Luego de superar un cáncer en la tráquea, confiesa que todo fue posible gracias al deporte: “Pude vencer momentos difíciles. El rugby me educó para eso. Hay que ir hacia adelante, empujar, caerse y levantarse a pesar de los embates; aceptar la derrota, pero no entregarse y luchar siempre”.

 

Combativo y apasionado, se acerca a su retiro, aunque augura un buen futuro en la disciplina, pues el camino, él, ya lo marcó.